jueves, 24 de noviembre de 2016

Alumnos de Bachillerato de Coras Vitoria participan en la JMJ Cracovia 2016

Una forma incomparable de encontrarse con Dios


Como muchos otros igual que yo, decidí poner rumbo a Polonia con intención de pasar dos semanas con mis amigos, descubriendo un país hasta ahora desconocido para nosotros. No obstante, volvimos a Vitoria boquiabiertos por la inolvidable experiencia que acabábamos de vivir. Acompañados por Carlos e Iñaki, así como por diáconos, sacerdotes e incluso por Don Juan Carlos, obispo de Vitoria, descubrimos a Dios de una forma muy especial.

Tras salir de Vitoria y pasar un día en Venecia, llegamos a Sosnowiec, donde fuimos recibidos por nuestras familias de acogida con un cariño y una hospitalidad inimaginables. Junto a ellos, disfrutamos durante esta primera semana de la cultura e historia polacas, realizando una peregrinación a la Virgen de Czestochowa y visitando el campo de concentración nazi de Auschwitz. Allí, rezamos por las seis millones de víctimas que el hombre causó al sustituir el amor por el odio.

La segunda semana, en la cual se inició oficialmente la JMJ, estuvimos alojados en la pequeña localidad de Grojec. En esta semana, asistimos en Cracovia a numerosos actos y ceremonias, desde la misa de apertura hasta la Vigilia, pasando por la Ceremonia de Acogida del Papa y el Via Crucis. De entre todo lo vivido esta semana, me quedo, sin lugar a dudas, con el imponente discurso del Papa Francisco dirigido a los dos millones de jóvenes allí presentes, en el cual insistió en que los jóvenes cristianos no debemos ser “jóvenes de sofá”, sino jóvenes despiertos y activos que luchen por el bien. No obstante, creo que todos mis compañeros coinciden conmigo en que lo más impresionante fue la Vigilia. El hecho de ver a dos millones y medio de jóvenes venidos de todo el mundo, ondeando sus banderas y rezando al unísono es algo que no tiene precio, algo que no olvidaremos jamás. Encendiendo velas, cantando y rezando, todos los allí presentes reafirmamos nuestra fe en Dios y en su mensaje de misericordia. Asimismo, me impresionó mucho el obispo de nuestra ciudad, Don Juan Carlos. Gracias a él, mis compañeros y yo fuimos testigos de lo que verdaderamente era “predicar con el ejemplo”, pues como bien dijo el Papa, “los pastores tienen que oler a oveja”.

En definitiva, diré que la JMJ ha sido una experiencia muchísimo más enriquecedora de lo que me esperaba, no sólo porque vengo con nuevos amigos y un magnífico recuerdo, sino porque he aprendido el verdadero significado de ser joven y cristiano.

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